jueves, 20 de mayo de 2010

SEXO ENTRE HOMBRES Y VIH. EJEMPLO REAL.

Las enfermedades y las muertes relacionadas con el VIH en los Estados Unidos y en el mundo han tenido históricamente un impacto tremendo entre hombres que tienen contacto sexual con hombres (MSM). Información reciente de la prevalencia del VIH y las conductas de riesgo sugieren que los hombres jóvenes gays y bisexuales, siguen corriendo riesgos de infección por VIH y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS).


La investigación entre hombres gays y bisexuales sugiere que algunos individuos, en la actualidad, están menos preocupados que en el pasado acerca de la posibilidad de infectarse y se inclinan a correr más riesgos. Se ha demostrado que las conductas de algo riesgo aún continúan en algunas poblaciones de MSM, incluyendo aquellos que están infectados por VIH. A medida que aumenta el número de hombres gays y bisexuales que viven con el VIH, deben realizarse esfuerzos mayores para llegar a ellos con intervenciones relacionadas con las conductas que pueden ayudarlos a proteger su propia salud y prevenir la transmisión a otros.


· CENTROAMERICA: GAYS CONDENADOS. En El Salvador, Raimundo, un hombre gay de 27 años, yace en la cama en un pabellón de uno de los hospitales públicos que existen en ese país. Raimundo tuvo un amigo norteamericano, Frank, que vivió un año en la capital, San Salvador, en 1993, trabajando en turismo. Frank, que vive en Los Ángeles también tiene SIDA y toma una costosa combinación de medicamentos antiretrovirales que lo mantienen en buena salud. Pero Raimundo, que ahora pesa 45 kilos y que padece una variedad de infecciones oportunistas, espera la muerte, "No puedo tragas, no puedo comer, mi boca está llena de hongos". Su país no le suministra ninguna clase de medicamentos antiretrovirales, cuyo costo supera los 700 dólares mensuales.


Raimundo ganaba 280 dólares al mes en una fábrica cosiendo camisas de una marca para una empresa norteamericana que las vende en Nueva York a 65 dólares cada una. De todos modos, Raimundo hace dos años que no trabaja desde que se enfermó. Cuando no está internado en el hospital, vive con su madre y tres hermanas menores en un apartamento de un solo ambiente en el centro de San Salvador.


Raimundo no culpa a Frank de su situación. "No sabía mucho sobre SIDA. Nos enamoramos y no pensé siquiera en usar un preservativo. Pero hubiera deseado que mi país me tratara mejor. Me habría gustado tener una vida." Raimundo tiene fotos junto a Frank tomadas hace siete años. Ambos tienen bigotes y exhiben sus músculos, enfundados en remeras sin mangas y jeans. No hay ningún parecido con la figura esquelética que yace en la cama. Raimundo, en aquel momento, tenía 19 años, Frank, 26.


Raimundo y Frank continúan escribiéndose y este último había planeado visitarlo en Navidad. "Le rogué no viniera. No hubiera podido tolerar que me viera en este estado."
Apenas a unos pocos kilómetros de donde yace Raimundo se encuentran todos los medicamentos que necesitaría para recuperarse de sus infecciones. Pero están en cajones bajo llave en las sedes de las empresas farmacéuticas internacionales que los fabrican. Muchas de las empresas son de origen norteamericano. En la vecina Guatemala, los hombres gays tienen temor de revelar su condición de VIH positivos a los trabajadores sociales. "Tengo que ocultarle a mi familia el hecho de que tengo SIDA - confiesa Mario que proviene de una familia católica tradicional. - Pero si supieran que soy gay, me echarían a la calla." Pero Mario no ignora que a medida que se enferme más, le será más difícil ocultar a su familia su condición. En Guatemala, es común que las personas con SIDA sean echadas a la calle por sus familias. Y, si son gays, la situación puede ser mucho peor.


Las historias de Raimundo y Mario no son la excepción. Cada año, mueren de SIDA en Centroamérica alrededor de 1.500 hombres gays. La mayoría tiene menos de 35 años y la mayoría sufre muertes horribles por las infecciones oportunistas no tratadas que desbastan sus organismos. Sólo en Costa Rica el sistema de salud pública provee de medicamentos antiretrovirales a todos los que los necesita. En Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua, sólo el 5% de las personas viviendo con SIDA tienen acceso a las drogas antiretrovirales.


La revolución que desató el SIDA y la accesibilidad a los medicamentos ha cambiado considerablemente las vidas de los hombres gays con VIH en los Estados Unidos y en Europa, pero hay poco o ningún cambio en el hemisferio sur.

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